¡Hola, hola!
Comienza el National Novel Writing Month que, para quien no lo sepa, es una iniciativa que dura todo noviembre y que consiste en escribir todos los días unas 1.667 palabras para llegar, al finalizar el mes, a las 50.000 palabras escritas (lo que sería una novela corta).
Yo llevo participando desde 2015 y, aunque nunca he llegado a conseguir escribir tanto, sí que me ha servido para darle un empujón al manuscrito que tenía entre manos en ese momento. Por ejemplo, en ese mismo año me sirvió para avanzar con La posada Shima (Onyx Editorial, 2018); en 2016 me ayudó mucho con La chica del corazón de agua (publicación en primavera 2019, Onyx Editorial); en 2017 comencé un proyecto de cero que no cuajó y que se llamaba Héroes de papel; y en este 2018 estoy centrada en avanzar con la novela, que no tiene título todavía, y por eso se llama Proyecto Adriana.
Este año sé que tampoco voy a cumplir con el objetivo del NaNo porque, por viajes y eventos, soy consciente de que no voy a tener tiempo y de que no voy a poder ponerme a escribir todos los días. Además, yo uso esta iniciativa como un estímulo, no como lo que es en sí. Ya he probado muchas técnicas para mejorar mi productividad y lo que mejor me viene es una rutina. En los últimos meses he estado procrastinando mucho y centrándome en otras cosas que me apetecían más, como ver pelis o escuchar nueva música. Este mes quiero centrarme en esta historia y sacarla adelante, que después me toca una corrección intensa.
Para ir calentando motores, yo ya he rellenado la página de la novela: #ProyectoAdriana, por si me queréis seguir o cotillear sobre lo que va. Ya tiene su portadilla con Edimburgo de fondo y nada, que poco más puedo decir porque soy brújula y los personajes van moviéndose como quieren. Lo bueno es que, tras mi viaje a Escocia, me he traído una experiencia vital muy buena, que era lo que necesitaba para darle al contexto la rotundidad que buscaba.
Solo me queda deciros que no os agobiéis, seguid vuestro ritmo. No pasa nada por llegar antes o después o no llegar al mínimo. El número de palabras no es lo importante, sino el contenido. Que os sintáis cómodos, que améis lo que estéis escribiendo, que disfrutéis de la experiencia. La escritura es liberación, no una obligación.
Espero que os encante embarcaros en este mes de locura. ¡A por el reto!