Estoy aquí para ti.

Hace tiempo que no me paso por aquí, y siempre que subo alguna entrada nueva me digo que voy a escribir 20 más, que me gusta demasiado hablar de cosas concretas, poder explayarme gracias a este formato, pero luego nunca sucede. Y es que la gran parte del tiempo siento que no tengo nada que decir o que no es lo suficientemente importante como para escribir un post. Sin embargo, hoy quería abordar un tema en el que llevo pensando muchos meses y que, por fin, se ha materializado.

Ich bin da, I am here. Estoy aquí.

Siento que escribir es como una reafirmación. Tú, como escritor, te reafirmas en el mundo. Con tus ideas, con tus mensajes, con lo que quieres contar. Es como decir que estás aquí, que lo puedes demostrar con esta o esa otra historia. Vuelcas un sentimiento del momento en ella para luego quedarte mirándola y decir: «es mía, es un trozo de mí, existo». Y no es que antes no existieras, pero sí que con cada nueva novela apareces un poquito más. Sé que esto tiene mucho que ver con el síndrome del impostor, con no creernos las cosas buenas que nos pasan, con la inseguridad eterna del creador. Pero sí me he dado cuenta de que, conforme la pila de libros crece y yo voy aprendiendo más y más, los deseos y la meta a alcanzar se hace más grande también. Ya no es sólo reafirmación, el «puedo hacerlo», el «esto es un trozo de mí», ahora tiene un significado más enrevesado. Porque ese deseo ya no es algo que tiene que ver solo conmigo.

En la imagen aparecen mis cuatro novelas superpuestas: Euforia, La chica del corazón de agua, La posada Shima y Fugitivo adornadas con flores secas alrededor, haciendo un círculo.
Euforia (Editorial Munyx, 2021), La chica del corazón de agua (Editorial Munyx, 2019), La posada Shima (Editorial Munyx, 2018), Fugitivo (Editorial Círculo Rojo, 2015).

Desde que publiqué La chica del corazón de agua (Editorial Munyx, 2019), me di cuenta de que puedo ser útil. De que mi escritura puede ayudar, arrojar luz, y de que eso era lo que realmente quería conseguir. Por eso hablo sobre salud mental, por eso siempre hay representación LGBT+ e intento tocar temas de actualidad. No pretendo ser un manual de autoayuda, para nada. Creo que la mejor forma de darte cuenta de algo es verte reflejado, leer sobre un personaje y decir: «ufff, sí» (o «ufff, no»).

Creo firmemente que la literatura es una cura. Que se puede aprender con cada novela y sacar lecciones o argumentos para refutar tus convicciones (estés de acuerdo o no con lo que hayas leído. Porque no todo lo que está escrito es para que te lo creas o estés conforme). Sin embargo, en mi caso, me he dado cuenta de que quiero ser una mano extendida. Desde esa publicación en 2019, he recibido muchísimos privados con historias personales que me han tocado mucho la fibra. No me creía que algo que yo había escrito pudiera significar tanto para alguien, lo suficiente como para buscarme y hablarme, para contarme su historia. Y es que subestimamos muchísimo lo que ser simplemente un oído al otro lado puede suponer para la persona que habla.

Quizás con La chica del corazón de agua, tras un tiempo, entendí que era normal recibir ese tipo de reacciones. Hablar sobre una enfermedad mental tan estigmatizada como la depresión y explicada desde dentro podía alentar a otras personas a hablar de alguna experiencia parecida. Pero es que con Euforia está ocurriendo igual, y no sabes lo orgullosa que me hace sentir que alguien se abra de esa forma conmigo. Me da vértigo, porque me gustaría poder hacer más por cada uno… Pero aún soy una persona muy pequeña que está descubriéndose a sí misma.

Lo que quiero decir, resumiendo todos estos párrafos, es que me uses. Usa mi escritura para tocar temas de los que puede resultar más difícil hablar, busca confort y esperanza en mis letras, úsame. Porque no estás solo. Me tienes aquí. Para servir de ejemplo y de mal ejemplo, para escucharte, para empatizar, para aprender.

Estoy aquí.

PD: Feliz día del orgullo. Espero que todes encontréis vuestro lugar seguro. Mientras, sigamos peleando y haciendo ruido.

Aniversario La chica del corazón de agua

Dx_klqeXcAEwnsL¡Hola, hola!

¡Hoy estoy de aniversario! Hace tres años acabé de escribir el manuscrito de La chica del corazón de agua. Una novela que solo me ha traído cosas buenas a pesar de surgir de una muy mala. Y es que aprendí que esa piedra enorme que se puso en medio, quitándome las vistas y las ganas de seguir caminando, la podía convertir en un diamante. Ese diamante fue mi Petra, fueron mis chicos Jairo, Ían y Leroy, fue esta novela.

Cuando comencé a escribir, no sabía en qué se convertiría aquel: «de alguna forma sabía que el agua me salvaría». Lo que nació como una manera de desahogarme, tomó forma con los meses y cobró vida.

Que en ese momento estaba pasando por una depresión no es ningún secreto. Lo he contado varias veces por aquí y por redes. Ese es el verdadero origen de esta historia. Mi manera de canalizar todo lo que sentía era escribiendo. Petra nació ahí para demostrarme que esto tenía un fin y que no estaba sola. Fue durante la escritura de esta novela cuando me di cuenta de todo lo que me ocurría y lo que estaba pasando a mi alrededor. De la desinformación, del prejuicio, de la invisibilización. Y me dije que debía derribar tabúes. Por mí, por todos.

Este aniversario es importante porque ese mismo año (comienzos de 2017) también decidí ir al psicólogo. Tuve una recaída (la recuperación nunca es lineal, se parece más a una montaña rusa). Y, aunque llegaba tarde y no fue la mejor de las experiencias, me ayudó a entender muchas cosas. De alguna forma, todo lo que aprendí, lo volqué en la historia, esperando que fuera una manera sana de ayudar, de dar apoyo.

¿Por qué no se habla de salud mental? ¿Por qué cuesta tanto reconocer los síntomas? ¿Por qué nos toca sufrir en soledad cuando, con una buena educación emocional, podríamos reconocer si tenemos ansiedad o depresión? Todo esto cae en un agujero perforado por la ignorancia y el desinterés, del cual unos pocos artistas nos empeñamos en rescatar y darle algo de luz. Como he dicho muchas veces, de lo que no se habla, no existe. Y la depresión es lo suficiente grave como para tener que estar bien visible y entender lo que puede llegar a hacer.

Pero hablemos de cosas más amables:

Aparece el nombre de PETRA dibujado en la arena de la playa en mayúsculas. Se ven unas zapatillas negras justo debajo y parte de unos vaqueros. Esta foto la sacó Sonia en Asturias hace casi dos años.

Al acabarla, me daba miedo enviarla a ningún sitio. ¿Quién iba a querer leer sobre depresión? Pero mi editora me dio las fuerzas para atreverme a soñar y, tras su QUIERO PUBLICAR ESTA NOVELA, vinieron unos meses de silencios. Sí, la hice esperar porque no estaba nada segura. No podéis creer la suerte que tengo de tener a Marta. La paciencia que tuvo durante todo el proceso fue vital. Pero tenía mucha inseguridad. ¿Y si hería a alguien? ¿Y si alguien se veía reflejado y no le gustaba? Pronto aprendí que no señalar algo que te duele es caer en lo que yo intentaba evitar. No quería ser alguien que pusiera vendas en vez de quitarlas.

Y entonces llegaron las reseñas, los mensajes privados y los correos. Las presentaciones y firmas. Es decir, las personas. No os hacéis una idea del respeto que siento cuando alguien se me acerca y me cuenta algo. Algo suyo, muy personal. Agradezco infinito esa confianza. Que haya visto en mí un lugar seguro, sabiendo que no voy a juzgar, solo a escuchar e intentar ayudar.

Petra también me ha dado un altavoz. He aprendido que lo que digo tiene importancia, que puedo cambiar las cosas, crear conversación, crear conciencia. Ha hecho que me posicione y comparta casi todo lo que veo sobre salud mental. También hizo que fuera en febrero a un plató de televisión a hablar precisamente de la depresión para derribar los prejuicios que existen. El programa era Eso no se pregunta y, dada la pandemia, las emisiones se han parado y no sé aún cuándo podrá emitirse. Pero, sin duda, quitando la inseguridad que me daba hablar en alto, fue una experiencia muy bonita que hizo que me reafirmara en la necesidad de tocar estos temas.

Solo me queda dar las gracias a todas las personas que he ido conociendo durante todo este camino y que me han tratado siempre tan bien. He tenido mis más y mis menos, mis aciertos y mis fallos, pero estoy segura de que publicar esta novela ha sido lo mejor que podía hacer. 

Por último, déjame hablarte directamente: quiero decirte que, si te encuentras mal, sientes que todo es demasiado, que no puedes levantarte de la cama o del sofá cuando vuelves a casa, te embarga un sentimiento de desesperanza que no sabes de dónde viene… que hables. Si piensas que no es para tanto, que ya estarás mejor con el tiempo o que es una tontería, no creas a esa voz. Intenta pedir ayuda, aliviar la carga. Exprésate, incluso si crees que no es algo tan gordo. Habla con tu familia, amigos, profesores, o conmigo. Porque nunca estás solo. Jamás.

Lectura conjunta «La chica del corazón de agua».

¡Hola, hola!

Esta semana pasada hice una serie de encuestas por Twitter sobre si queríais hacer una lectura conjunta de La chica del corazón de agua, cuándo, cómo… Y vengo con esta entrada para recopilar datos, fechas y las bases para seguir esta lectura conjunta. ¿Hay ganas?

Me pedisteis que fuera en junio para que os diera tiempo a acabar otras lecturas pendientes, así que será en ese mes y empezará en la tercera semana, día 17.

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La dinámica es muy sencilla. Consiste en leer un número determinado de capítulos al día e ir comentando impresiones por Twitter con el hashtag #LCChicaAgua. También podéis usar Instagram si os resultan más cómodos los stories. Pero en ese caso, ¡nombradme! En Twitter podéis encontrarme como @SoniLero y en Instagram como @sonialerones.

Os pido por favor que, al comentar la historia por redes, NO hagáis SPOILERS. Para destripar, preguntar y lo que queráis, tengo los MD abiertos de Twitter. Y, de verdad, habladme. Suelo contestar pronto.

Pregunté si una semana estaba bien y muchos preferisteis dos, pero al ir fragmentando la novela he visto que apenas se avanzaba si alargaba cuatro días más la lectura. Dividiendo la historia (441 págs), se leerán al día unas 40-50 páginas, algunos días algo menos. Aun así, cada uno tiene un ritmo de lectura y entiendo que no todos los días se tiene tiempo para coger el libro.

Así quedarían los días con las páginas a leer:

  • Lunes 17: páginas 11-47 Hasta el capítulo IV.
  • Martes 18: 47-79 Hasta la segunda ola.
  • Miércoles 19: 79-123 Hasta el capítulo V de la segunda ola.
  • Jueves 20: 123-167 Hasta el capítulo III de la tercera ola.
  • Viernes 21: 167-207 Hasta la cuarta ola.
  • Sábado 22: 207-249 Hasta el capítulo V de la cuarta ola.
  • Domingo 23: 249-301 Hasta el capítulo II de la quinta ola.
  • Lunes 24: 301-351 Hasta la sexta ola.
  • Martes 25: 351-393 Hasta el capítulo V de la sexta ola.
  • Miércoles 26: 393-441 Hasta fin de la historia.

Espero que seáis muchos los que os apuntéis a esta lectura conjunta y que podamos crear bastantes conversaciones alrededor de los temas que se abordan en la novela. ¡Os leo pronto!

NaNoWriMo2018

¡Hola, hola!

Comienza el National Novel Writing Month que, para quien no lo sepa, es una iniciativa que dura todo noviembre y que consiste en escribir todos los días unas 1.667 palabras para llegar, al finalizar el mes, a las 50.000 palabras escritas (lo que sería una novela corta).

fghfgfjfjdgj2Yo llevo participando desde 2015 y, aunque nunca he llegado a conseguir escribir tanto, sí que me ha servido para darle un empujón al manuscrito que tenía entre manos en ese momento. Por ejemplo, en ese mismo año me sirvió para avanzar con La posada Shima (Onyx Editorial, 2018); en 2016 me ayudó mucho con La chica del corazón de agua (publicación en primavera 2019, Onyx Editorial); en 2017 comencé un proyecto de cero que no cuajó y que se llamaba Héroes de papel; y en este 2018 estoy centrada en avanzar con la novela, que no tiene título todavía, y por eso se llama Proyecto Adriana.

Este año sé que tampoco voy a cumplir con el objetivo del NaNo porque, por viajes y eventos, soy consciente de que no voy a tener tiempo y de que no voy a poder ponerme a escribir todos los días. Además, yo uso esta iniciativa como un estímulo, no como lo que es en sí. Ya he probado muchas técnicas para mejorar mi productividad y lo que mejor me viene es una rutina. En los últimos meses he estado procrastinando mucho y centrándome en otras cosas que me apetecían más, como ver pelis o escuchar nueva música. Este mes quiero centrarme en esta historia y sacarla adelante, que después me toca una corrección intensa.

Proyecto AdrianaPara ir calentando motores, yo ya he rellenado la página de la novela: #ProyectoAdriana, por si me queréis seguir o cotillear sobre lo que va. Ya tiene su portadilla con Edimburgo de fondo y nada, que poco más puedo decir porque soy brújula y los personajes van moviéndose como quieren. Lo bueno es que, tras mi viaje a Escocia, me he traído una experiencia vital muy buena, que era lo que necesitaba para darle al contexto la rotundidad que buscaba.

Solo me queda deciros que no os agobiéis, seguid vuestro ritmo. No pasa nada por llegar antes o después o no llegar al mínimo. El número de palabras no es lo importante, sino el contenido. Que os sintáis cómodos, que améis lo que estéis escribiendo, que disfrutéis de la experiencia. La escritura es liberación, no una obligación.

Espero que os encante embarcaros en este mes de locura. ¡A por el reto!

¡Notición a la vista!

¡Hola, hola!

Hoy he estado en Barcelona presentando La posada Shima en la librería Alibri y ha sido increíble. Me ha presentado la maravillosa editora de Onyx Editorial, Marta, a quien tengo un cariño increíble y ha venido más gente de la que esperaba. ¡GRACIAS A TODOS! He podido conocer a muchas personitas y ha sido toda una experiencia que atesoro muy dentro.

Además, se ha desvelado una noticia que tenía muchísimas ganas de dar: ¡el año que viene publicaré NUEVA NOVELA! Mi queridísima Petra ha encontrado editorial, así que en primavera tendréis a LA CHICA DEL CORAZÓN DE AGUA por las librerías. Y no podía ser de la mano de otra editorial que de Onyx 💕.

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En otras entradas os he hablado bastante de esta novela. Fue el resultado de haber sufrido depresión y de no haber podido expresar en su momento cómo era sentirse así. Pero, más allá de tratar esta enfermedad mental, vais a conocer a mis tres chicos de oro: Ian, Leroy y Jairo. Mis tres bebés. No sé si tengo unos personajes más queridos que ellos, porque mientras ayudaban a Petra, me curaban a mí.
Aún no puedo daros más detalles, pero os dejo con el aesthetic de Petra que hice hace un tiempo en el que se ven algunas localizaciones de la novela y cómo explica su estado al comienzo de la novela.

Estoy impaciente por poder compartir con vosotros más cositas. Espero que le deis un fuerte abrazo a mi parte más sentimental porque vaticino que la corrección y el proceso que va a empezar ahora me va a exigir mucho.

Gracias a todos por seguir ahí y por darme tanto amor. Es lo más difícil que he escrito hasta ahora y me llora el corazón de la emoción al saber que vais a poder leerlo. Voy a intentar daros la mejor versión de esta historia.

GRACIAS.

Sobre depresión y «La chica del corazón de agua».

Quiero advertir desde el comienzo que, si sientes que en algún momento mientras lees esto te empiezas a encontrar mal, que pares. Y que, si sientes algo parecido, te insto, por favor, a pedir ayuda. A hablar con alguien. Quien sea. Conmigo si quieres. Yo estoy aquí, yo quiero escucharte.

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Aesthetic de Petra. Fuente: Pinterest.

Ayer escribí un tuit en el que anunciaba que hoy se cumplía el primer aniversario desde que puse punto y final a una historia que hizo que diera todo de mí. Al principio se llamaba #ProyectoAgua o #ProyectoA. Tardé bastante en dar con un título acorde, pero, al final, lo encontré y me siento muy orgullosa de su significado (el aesthetic). También comentaba que se cumplía casi un año de mi recuperación. No puedo decir una fecha exacta, pero fue en algún mes después de terminar de escribir la historia de Petra. Y quizá hubiera mejorado antes, porque meterme en la piel de ella me exigió, a veces, demasiado. Tanto como para volver a sumergirme en la distimia conforme escribía.

Con esto no quiero decir que sea ejemplo de nada. Me hacía daño a mí misma al ponerme en situación, al volver a experimentar lo que era tener depresión. Solo sé que, al acabarla, me liberé y terminé por cerrar heridas y curarme. Por eso significa tanto para mí esta novela. No es mi historia, pero sí lo que yo sentía.

A raíz de esto, unos cuantos me hicisteis preguntas por privado. Sobre qué era lo que me pasaba, cuánto duró, cómo me di cuenta, qué hice para ponerle remedio, etc. Insisto en que no soy experta de nada, solo tengo mi experiencia para compartirla y confesar que hice muchas cosas mal. ¿Queréis saber un poco de mi historia? Aquí os dejo algunas pinceladas:

Durante el 2015 ocurrieron muchas cosas, tanto a mi familia como a mí. Aquella bola, por orgullo, por ser una chica que se calla sus cosas, por no querer preocupar, pues quise tragarla sola. Y lo hice. ¿Qué pasó? Que por dentro me anuló. Cuando comencé el último año de universidad en septiembre, mi cuerpo me dijo basta. Mi mente estaba tan sobrecargada que sentí cómo sus manos removían en mi interior y me apagaban.

Me costaba mucho salir de la cama, estaba muy cansada durante el día, comencé a no sentir emoción por lo que antes me ilusionaba. Imaginad lo frustrante que fue autopublicar Fugitivo, cumplir un sueño de toda la vida, y no poder alegrarte por ello. Tenerlo en las manos y no experimentar esas mariposas porque alguien las ha matado. Por eso no pude proyectar aquel momento tan especial con la intensidad que debía. También me forzaba muchísimo a sonreír y a intentar estar bien cuando salía; lo que luego se materializaba en más cansancio.

Después comenzó el dolor en el pecho. Había días en que me ahogaba y no podía hacer otra cosa que concentrarme en respirar, en que mis pulmones funcionaran. Era desquiciante porque o era como una marioneta, viendo la vida pasar, sin hacer absolutamente nada, o sentía aquel dolor. Así que lo que se suele tener en el imaginario popular de lo que es la depresión (tristeza y llanto), en mi caso no se correspondía. Me costaba mucho llorar. Sentir algo. Lo que fuera.

Pasaron meses, sí, meses, antes de saber que aquella época larga de sinsabor, de sinsentido, de vacío, tenía un nombre. Que era una enfermedad mental y que se llamaba depresión. Yo no sabía que algo así me podía tocar a mí. ¿Cómo? Si estaba bien con mi familia. Si iba a la universidad, tenía amigas, y no me faltaba de nada. Pero es que esta es una enfermedad que va más allá de tu estabilidad mental y física. Es pura química.

A partir de entonces intenté salir un poco más y empecé a realizar una cuadrícula con diferentes estados de ánimo para ir marcando cada día. Comencé a hacer un seguimiento de mis rutinas y de repetir lo que me sentaba mejor. Me di cuenta de que los lunes eran el peor día de la semana, por ejemplo, cuando acudía aquel dolor en el pecho. Después vi que era porque lo relacionaba con la productividad. Era mi mayor preocupación las veinticuatro horas. Por eso en la cuadrícula añadí diferentes acciones, para que mi mente entendiera que en realidad sí que hacía cosas a lo largo del día. No sabéis lo mucho que aprendí de mí durante todos los meses que hice aquello.

Fui mejorando poco a poco. Pero nadie lo sabía. Aquí es donde hago una pausa para deciros y pediros directamente que no seáis como yo. No en este punto. Era muy difícil de explicar, incluso de pensar en lo que me estaba pasando. No era capaz de enfrentarme a nadie y decirle que el vacío que sentía era tan grande que me daba igual incluso morir. Que todo me daba igual, que los días se sucedían y que sentía que me volvería loca. Que a veces me pellizcaba para sentir algo porque mi mente me decía que solo podía experimentar dolor o ese vacío. ¿Cómo decirle algo así a tus padres? Pues lo hice, mucho más adelante.

A principios de 2017 tuve una recaída. Curarse nunca es un camino recto y en ascenso. Hay curvas y agujeros. Fue entonces cuando había comenzado la historia de Petra y cuando, de manera consciente, quise ponerle remedio. Me costó mucho decírselo a mis padres (y en realidad apenas fui capaz de expresarme). Fui al médico, que me derivó al psiquiatra (fue una muy mala experiencia) y le pedí ver a un psicólogo (que me dio respuestas, diagnóstico y soluciones). Fueron unos meses de turbulencias por el motivo que os di al comienzo. La historia me exigía un estado mental del que intentaba salir. Pero no me arrepiento de haberlo hecho, dado que, cuando acabé de escribir, comencé de verdad a curarme. Fue un proceso catártico. Después, ellos leyeron la historia. Fue la única forma que encontré de decirles cómo me había sentido. Mis palabras llegaban tarde, claro. No quería que se sintieran culpables por no haberlo visto, por no haberme visto. La única que tuvo culpa fui yo. No pedí ayuda y la necesitaba. Todo habría sido diferente si lo hubiera dicho.
A veces me preguntan cómo estoy. Mis amigos y mi pareja también. Y debo deciros que es lo más bonito que podéis hacer por alguien a quien queréis. Preguntar, escuchar.

Siento que la entrada me haya quedado tan larga. Cada vez que cuento mi historia me libero un poquito más. Sigue costándome mucho hablar sobre ello, pero no quiero que caiga en saco roto. Si puedo ayudar al menos a una persona, seguiré. Si puedo darle un poquito de visibilidad a esta enfermedad (la primera incapacitante en TODO el mundo) y resaltar su importancia, seguiré.

Gracias por leerme.
Estoy aquí para escucharte.