Aniversario La chica del corazón de agua

Dx_klqeXcAEwnsL¡Hola, hola!

¡Hoy estoy de aniversario! Hace tres años acabé de escribir el manuscrito de La chica del corazón de agua. Una novela que solo me ha traído cosas buenas a pesar de surgir de una muy mala. Y es que aprendí que esa piedra enorme que se puso en medio, quitándome las vistas y las ganas de seguir caminando, la podía convertir en un diamante. Ese diamante fue mi Petra, fueron mis chicos Jairo, Ían y Leroy, fue esta novela.

Cuando comencé a escribir, no sabía en qué se convertiría aquel: «de alguna forma sabía que el agua me salvaría». Lo que nació como una manera de desahogarme, tomó forma con los meses y cobró vida.

Que en ese momento estaba pasando por una depresión no es ningún secreto. Lo he contado varias veces por aquí y por redes. Ese es el verdadero origen de esta historia. Mi manera de canalizar todo lo que sentía era escribiendo. Petra nació ahí para demostrarme que esto tenía un fin y que no estaba sola. Fue durante la escritura de esta novela cuando me di cuenta de todo lo que me ocurría y lo que estaba pasando a mi alrededor. De la desinformación, del prejuicio, de la invisibilización. Y me dije que debía derribar tabúes. Por mí, por todos.

Este aniversario es importante porque ese mismo año (comienzos de 2017) también decidí ir al psicólogo. Tuve una recaída (la recuperación nunca es lineal, se parece más a una montaña rusa). Y, aunque llegaba tarde y no fue la mejor de las experiencias, me ayudó a entender muchas cosas. De alguna forma, todo lo que aprendí, lo volqué en la historia, esperando que fuera una manera sana de ayudar, de dar apoyo.

¿Por qué no se habla de salud mental? ¿Por qué cuesta tanto reconocer los síntomas? ¿Por qué nos toca sufrir en soledad cuando, con una buena educación emocional, podríamos reconocer si tenemos ansiedad o depresión? Todo esto cae en un agujero perforado por la ignorancia y el desinterés, del cual unos pocos artistas nos empeñamos en rescatar y darle algo de luz. Como he dicho muchas veces, de lo que no se habla, no existe. Y la depresión es lo suficiente grave como para tener que estar bien visible y entender lo que puede llegar a hacer.

Pero hablemos de cosas más amables:

Aparece el nombre de PETRA dibujado en la arena de la playa en mayúsculas. Se ven unas zapatillas negras justo debajo y parte de unos vaqueros. Esta foto la sacó Sonia en Asturias hace casi dos años.

Al acabarla, me daba miedo enviarla a ningún sitio. ¿Quién iba a querer leer sobre depresión? Pero mi editora me dio las fuerzas para atreverme a soñar y, tras su QUIERO PUBLICAR ESTA NOVELA, vinieron unos meses de silencios. Sí, la hice esperar porque no estaba nada segura. No podéis creer la suerte que tengo de tener a Marta. La paciencia que tuvo durante todo el proceso fue vital. Pero tenía mucha inseguridad. ¿Y si hería a alguien? ¿Y si alguien se veía reflejado y no le gustaba? Pronto aprendí que no señalar algo que te duele es caer en lo que yo intentaba evitar. No quería ser alguien que pusiera vendas en vez de quitarlas.

Y entonces llegaron las reseñas, los mensajes privados y los correos. Las presentaciones y firmas. Es decir, las personas. No os hacéis una idea del respeto que siento cuando alguien se me acerca y me cuenta algo. Algo suyo, muy personal. Agradezco infinito esa confianza. Que haya visto en mí un lugar seguro, sabiendo que no voy a juzgar, solo a escuchar e intentar ayudar.

Petra también me ha dado un altavoz. He aprendido que lo que digo tiene importancia, que puedo cambiar las cosas, crear conversación, crear conciencia. Ha hecho que me posicione y comparta casi todo lo que veo sobre salud mental. También hizo que fuera en febrero a un plató de televisión a hablar precisamente de la depresión para derribar los prejuicios que existen. El programa era Eso no se pregunta y, dada la pandemia, las emisiones se han parado y no sé aún cuándo podrá emitirse. Pero, sin duda, quitando la inseguridad que me daba hablar en alto, fue una experiencia muy bonita que hizo que me reafirmara en la necesidad de tocar estos temas.

Solo me queda dar las gracias a todas las personas que he ido conociendo durante todo este camino y que me han tratado siempre tan bien. He tenido mis más y mis menos, mis aciertos y mis fallos, pero estoy segura de que publicar esta novela ha sido lo mejor que podía hacer. 

Por último, déjame hablarte directamente: quiero decirte que, si te encuentras mal, sientes que todo es demasiado, que no puedes levantarte de la cama o del sofá cuando vuelves a casa, te embarga un sentimiento de desesperanza que no sabes de dónde viene… que hables. Si piensas que no es para tanto, que ya estarás mejor con el tiempo o que es una tontería, no creas a esa voz. Intenta pedir ayuda, aliviar la carga. Exprésate, incluso si crees que no es algo tan gordo. Habla con tu familia, amigos, profesores, o conmigo. Porque nunca estás solo. Jamás.