¡Nueva publicación a la vista!

Sí, sí. Buenas noticias: ¡el año que viene saco nueva novela! Casi era algo que podíais intuir si me seguís por Instagram, donde estoy más activa. Sabíais que estaba escribiendo el #ProyectoRyu, que, si habéis leído La posada Shima, podréis reconocer enseguida por qué se llama así. Hoy, tras el evento de Munyx que hemos realizado en Valencia, ya os lo puedo confirmar… ¡En 2024 sale la segunda (¡y última!) parte de La posada Shima!

Y sé que muchos os preguntaréis: ¿Pero las bilogías no suelen ir saliendo de forma sucesiva, una un año, y la otra al siguiente? ¿Por qué has tardado tanto tiempo? ¿Por qué casi 6 años después?

Tengo respuestas, por supuesto. Y aunque sé que no tengo por qué justificarme, me gusta ser lo más honesta posible. Y creo que debo comenzar con lo que significa para mí la escritura. Como le dije hace pocos meses a mi psicóloga, cuando tenía un bloqueo escritoril tan grande que ya tocaba mi vida personal, le explicaba que la escritura para mí es como el respirar. Lo necesito. Es un medio de expresión, de canalizar emociones, de desahogo. Necesito escribir. Es cuando más equilibrada me siento, donde me encuentro, y cuando no puedo hacerlo, hay algo que me va envenenando y me deja mal. Pensaréis que soy una exagerada, pero os prometo que es tal cual. Así que, cuando tengo un bloqueo de escritura, acaba pasando factura al resto.

Bien, una vez comentado esto, vamos al meollo. En 2016 y durante la escritura del manuscrito de La posada Shima, yo había estado con depresión. Esto impregnó a mi escritura también. Se puede ver perfectamente cómo la novela se vuelve mucho más oscura y se carga bien de drama y dolor en la segunda parte hasta su desenlace. Había planeado una segunda parte que, puestos a ser sinceros, no me terminaba de encajar con la esencia de la primera. Entonces dejé cierto tiempo para darle más vueltas. En ese verano me puse a ver anime y me encontró una serie sobre natación que amé. Abrí una hoja de Word nueva y puse: «de alguna forma sabía que el agua me salvaría». Así empezó la escritura de La chica del corazón de agua, una historia que necesitaba escribir y en la que di todo y más. En 2018 publiqué La posada Shima con Munyx (aunque en ese entonces se llamaba Onyx) y en ese tiempo no volví a coger el portátil. Quería disfrutar de esos meses tan bonitos. En 2019 publiqué La chica del corazón de agua y, aunque seguí dándole vueltas a esa segunda parte, no terminaba de convencerme lo que se me ocurría, así que comencé el #ProyectoAdriana, pero se quedó en un muy avanzado estado cuando Euforia me pidió paso. Luego vino la pandemia y un bloqueo de escritura, pero ese mismo año acabé el manuscrito y en 2021 publiqué Euforia con Munyx también. No recuerdo si a finales de ese año o ya en 2022, sí di con una línea argumental consistente y que merecía la pena contar, así que me puse a ello. Soy una escritora muy lenta, así que tardo de media año o año y medio en acabar un manuscrito (si soy medio constante). Después vino un bloqueo muy heavy del que me desatasqué a mediados de este año, y ahora me encuentro ya en la parte final del proyecto. También os digo: bendita espera.

Reconozco que adoro cada parte de esta historia, que estoy enamorada de sus protagonistas, que me llena de alegría darles vida, y que esta segunda parte tenía que estar a la altura y pienso, orgullosa, que lo está. El año que viene me contáis si esto es cierto. Hasta entonces, a seguir dándole a la tecla ☺️